Calificado por Business Insider como “una idea loca”, uno de los nuevos proyectos de Microsoft es, realmente, una propuesta arriesgada. Por su mera concepción y por la ejecución para llevarla a cabo. Porque lo que pretende una de las compañías tecnológicas más importantes del mundo es sumergir en el océano a cientos de metros de profundidad varios centros de procesamiento de datos. Por muy absurda que parezca la ocurrencia, lo que Microsoft quiere hacer es buscar soluciones a uno de los más grandes problemas que encuentra la información en la actualidad: la acumulación de equipos informáticos provoca temperaturas muy altas que pueden dañarlos irreversiblemente, por lo que las compañías que se dedican al alojamiento de estos centros de datos deben gastar enormes cantidades de dinero en refrigeración.
Cada vez que vemos un vídeo en YouTube, hacemos una búsqueda en Google o añadimos un amigo en Facebook, en algún lugar del planeta se pone en marcha un equipo que está alojado junto a miles de unidades de almacenamiento y kilómetros de cables. Sin el correcto funcionamiento de estos centros de datos nuestro mundo se pararía, de ahí que todos los gigantes tecnológicos gasten miles de millones de euros en su construcción y conservación. Para resolver el problema de las altas temperaturas generadas, Google ha situado algunos de sus centros en lugares fríos -como Hamina en Finlandia- y proyecta construir alguno en plataformas o barcos móviles.
Así pues, “la idea loca” parece una maniobra inteligente, aunque incluso los mismos implicados no lo tuvieran claro en el inicio. En el mismo artículo Ben Cutler, el ingeniero jefe del proyecto, aseguraba: “cuando oí hablar de esto por primera vez pensé: agua, electricidad... ¿por qué lo hacemos? Pero si piensas un poco sobre ello, realmente tiene mucho sentido”. Según Microsoft, su red global de centros de datos en la actualidad consiste en un millón de servidores repartidos en 100 lugares por todo el mundo, y el New York Times cifraba en 15.000 millones de dólares el dinero que la compañía ha invertido en los mismos. Un presupuesto que puede reducirse drásticamente si el proyecto Natick, como lo ha bautizado la compañía, tiene éxito. Los primeros augurios son buenos: el primer prototipo, un container con forma cilíndrica de 5 por 2 metros y más de 17.000 kilos de peso fue sumergido en el océano Pacífico en agosto de 2015. La prueba no pudo resultar mejor. No sólo resulta más barato refrigerarlo gracias a las tempraturas marinas, sino que la transmisión de datos es más rápida (con lo que aumentaría la velocidad de Internet, por ejemplo) y pueden estar situados cerca de grandes nucleos urbanos, lo que resuelve muchos problemas logísticos.
Microsoft sigue investigando los problemas de ingeniería que el proyecto Natick plantea, pero en la compañía están convencidos de que en este tipo de almacenamiento será una realidad en breve. Peter Lee, vicepresidente corporativo en Microsoft Research, así lo cree: “el mundo será un lugar mejor si los centros de datos son más amigables con el medio ambiente gracias a este concepto de equipos sumergidos”. Si las pruebas continúan teniendo éxito, es posible que el futuro de “la nube” se encuentre debajo del mar.
Fuente:
Entrevista y edición: Zuberoa Marcos, Juanlu Ocampos, Cristina del Moral
Texto: José L. Álvarez Cedena
Comments